Las diferentes fases lunares
La Luna, además de ser el único satélite de nuestro planeta, siempre ha representado para el hombre un misterio en la noche, y todas las culturas que han habitado la tierra le han otorgado la categoría de deidad, responsabilizándola o venerándola por su influencia sobre el ser humano, la propia tierra, o las criaturas que la pueblan. Desde el hombre primitivo, hasta el moderno, la fascinación por nuestro satélite nos ha llevado a soñar que algún día llegaríamos a ella y por fin ese sueño se hizo realidad el 20 de Julio de 1969.
La llegada del hombre a la Luna representó la victoria del
conocimiento, el reto de poder salir de la Tierra y el descubrimiento de
evidencias que nos revelan hechos y acontecimientos suscitados hace miles de
millones de años. No fue
un logro exclusivo de un país, sino del ingenio humano. Todo se sintetiza en la
famosa frase de “un pequeño paso para el hombre pero un gran salto para la
humanidad”. La llegada al satélite fue posible gracias al soporte histórico de
compresión de la naturaleza. Ese logro no se hubiera materializado sin la
creación del alfabeto, un calendario, la matemática, las ciencias y parte del
entendimiento de nuestro entorno. La llegada del ser humano a la Luna fue el
hecho fundamental que precipito la revolución científica y tecnológica, que se
venía gestando con siglos de conocimiento. Fue un triunfo de la
inteligencia humana, del trabajo conjunto y de la competencia entre los hombres
que actúo como motor para que el hombre
llegara a la Luna.
La Luna en cuarto creciente
Gracias a esta gesta el hombre conoció, y lo sigue haciendo, elementos para explicar cómo se formó el universo, de qué está formada la Luna, su relación con nuestro planeta y el entendimiento de la naturaleza. Tal como lo predijo el escritor francés Julio Verne en su obra "De la Tierra a la Luna", escrita más de cien años antes, el 20 de julio de 1969 la misión espacial Apolo 11 alunizó con éxito. Los astronautas Neil Armstrong y Buzz Aldrin, fueron los primeros en pisar la superficie lunar, pasaron a la historia, pero la frase éste es “un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”, pronunciada por el primero, resumió el significado del acontecimiento.
Fue un viaje extremadamente arriesgado a otro mundo. Un salto
al vacío en un mundo extraterrestre sin atmósfera. Un delirio quijotesco a cuatrocientos
mil kilómetros de distancia. No había antecedentes. Ni forma de presagiar lo
que podría a ocurrir cuando la nave, si es que lo hacía, llegara a alunizar. No
existía ni el más mínimo margen para el error. Cuando despegaron abordo del
Apolo 11 los tripulantes sólo alcanzaban a saber con certeza a dónde pretendían
llegar, pero tenían numerosísimos motivos para cuestionarse si regresarían a
pisar su propio planeta. Se manifestó
que el hombre deseaba ir a la Luna, “no porque fuera fácil, sino porque era
difícil”, y se bautizó tal hazaña como “la aventura más grande y peligrosa en la
que jamás se ha embarcado el hombre”. Hoy, cuando se cumplen más de cuatro
décadas desde que Armstrong, Aldrin y Collins culminaran su extraordinaria aventura,
la definición sigue siendo válida. La
proeza espacial se logró, pero no sin
tener que afrontar un elevado nivel de riesgo. De hecho, los astronautas del
Apolo 11 reconocieron que acometieron el viaje comprendiendo que sus
probabilidades de llegar a la Luna con éxito y regresar vivos a la Tierra eran
de en torno al cincuenta por ciento en el mejor de los casos.
Tripulación del Apolo XI
Cercanos a cumplir cuarenta y cinco años de tamaña empresa
seguimos en la Luna. Qué fácil parece todo ahora. El lanzamiento de un
transbordador, el envío de robots al planeta rojo o sondas que viajan durante décadas
hasta que perdemos contacto con ellas perdidas en la inmensidad del universo.
Todo lo vivimos con la indiferencia de lo habitual.
Apenas un siglo antes Julio Verne ya nos llevó al espacio. “Y
llegó el día clave, el primero de diciembre, porque si el lanzamiento del
proyectil no se efectuaba aquella misma noche, a las diez y cuarenta y seis
minutos y cuarenta segundos, más de dieciocho años tendrían que transcurrir
antes de que la Luna se volviese a presentar en las mismas condiciones
simultáneas de cenit y perigeo”, predecía en su conocida novela “De la Tierra a
la Luna”'. ¿Quién podía adivinar con más de un siglo de antelación que el
hombre pisaría la Luna? Se soñaba, acaso. ¿Quién imaginaba entonces que el
hombre se propondría el reto de
conquistar la Luna? ¿Quién pensaba que ese sueño se haría realidad mas de un
siglo después con el lanzamiento, el 16 de julio de 1969, del Apolo 11? ¿Por
qué esa atracción, ese convencimiento de que el hombre debía ir a la Luna?
Planeta Tierra visto desde la Luna
Julio Verne no expreso sino un ambición fomentada durante cientos, miles de años por el inconsciente colectivo. El mismo sueño que Galileo, abstraído en la observación de esa cobertura de estrellas, planetas y satélites que nos rodea, dibujó, en 1609, con detalle. Visiones de la Luna. El adelanto de un gran paso para la Humanidad. De una Humanidad que había tenido a la Luna por diosa, que le otorgo el poder de la fertilidad, de mover el mar a su capricho, de hacer perder la razón arbitrariamente a los hombres. ¿Qué humano no ha sido un “lunático” en alguna ocasión?
El hombre alcanzó la
Luna, la investigó, la conquistó, y la
abandonó. Desde entonces, la carrera espacial fue por otro camino: la obsesión
por tener una base permanente en el espacio, la exploración y conquista de
Marte, el envío de sondas a rincones inimaginables. El mundo se detuvo el 20 de
Julio de 1969. El hombre sólo vivirá un sueño igual cuando llegue a Marte, pero para eso será
necesario que antes vuelva a la Luna. Sera
entonces cuando la humanidad se podrá permitir revivir el día en que el planeta
miró como nunca sobre su cabeza. Pero para
volver hace falta un ataque de esa hermosa y contagiosa locura colectiva. Y
sólo la Luna nos puede hacer enloquecer.
Nada asombra ya, como lo hicieran los sonidos que emitió el
Sputnik por el espacio o los vuelos de Yuri Gagarin o John Glen alrededor de la
Tierra . ¡Ah! y el primer viaje del hombre a la Luna. “Houston... The Eagle has
landed”. A las 15:17 hora de Houston del
20 de Julio de 1969 el hombre alunizó. La Tierra entera contuvo la respiración, el
hombre caminaba por primera vez sobre la superficie polvorienta de la Luna y la
humanidad escucho a Neil Armstrong decir: “Un pequeño paso para el hombre pero
un gran salto para la humanidad”
El hombre llega a la Luna. 20 de Julio de 1969.